A pesar del impacto positivo comprobado de la educación sexual integral en la salud y los derechos sexuales y reproductivos (SDSR) de los adolescentes, existe un movimiento creciente que se opone a los planes de estudio basados en motivos morales o religiosos. Durante la última década, con un aumento en la incorporación de la educación sexual integral (CSE), las principales partes interesadas internacionales contra los derechos con sede principalmente en los Estados Unidos han estado movilizando a activistas del Sur Global, particularmente de África y América Latina, para abogar en los espacios de las Naciones Unidas (ONU) contra los derechos de las mujeres y los jóvenes a la información y los servicios de SDSR. También están colaborando con movimientos nacionales y regionales para cerrar los programas de CSE. Silenciar estos temas contribuye al estigma, la vergüenza y la ignorancia, y puede aumentar la toma de riesgos, así como crear barreras de búsqueda de ayuda para las poblaciones marginadas. Es imperativo destacar la evidencia empírica y científica que demuestra la efectividad de la CSE, así como reconocer que los gobiernos de todo el mundo están haciendo de los programas de educación sexual una prioridad nacional. Este informe describe los principales actores anti-EIS y cómo se vinculan entre sí, los Estados miembros de la ONU y otras tendencias mundiales, regionales y nacionales anti-derechos y anti-género. Además, destaca cómo el movimiento anti-CSE no refleja las experiencias vividas, sino que tiene una agenda específica y financiada: un esfuerzo neocolonialista para desestabilizar una herramienta pedológica que se desarrolló en asociación con familias, maestros y funcionarios gubernamentales.